Chacarita, el barrio que late con ritmo propio
Palpa, casi en el cruce con Charlone, fue elpunto que eligió Florencia, una fotógrafa de 36 años, para mudarse con sus hijos. No sólo porque le quedaba cerca La Escuelita, un jardín y primaria con orientación en arte, sino porque le gustaban esas callecitas a medio camino entre el barrio tradicional y las apuestas trendy . Compras orgánicas en El Galpón de Federico Lacroze, desayunos en Le Blé de Vera y Dorrego, y cenas en el restaurante Masamadre, de Olleros al 3800, son algunas de las delicias que encontró en la zona. «Me gustó por su espíritu y por sus precios más accesibles. Buscaba algo menos saturado que Palermo. Acá hay muchos locales naturistas, no se ve tanto espacio de diseño, está perfecto sin ser pretencioso», afirma Florencia.
Como ella, muchos empiezan a mirar con cariño este barrio de casas bajas y arquitectura ecléctica, cabecera del ferrocarril y poseedor del cementerio más grande de la Argentina que, desde hace un tiempo, está cambiando su fisonomía y recibiendo a nuevos vecinos. «La población fue cambiando en la última década. Hoy es un mix : están quienes viven acá desde siempre, pero también se mudó mucha gente joven con hijos, de clase media profesional, que llega y recicla departamentos», explica Gustavo Wald, un diseñador gráfico de 45 años que vive en el Barrio Parque Los Andes. Ubicado entre las calles Guzmán, Concepción Arenal, Rodney y Leiva, Los Andes es un conjunto de edificios que conforman una vivienda colectiva, construida en 1928, detrás del parque que le da su nombre. Un paraíso perdido: una manzana que reúne largos edificios de tres pisos, con espacios comunes al aire libre, cancha de fútbol comunitaria, plazas internas, callecitas y fuentes. A fines del año último se presentó por primera vez en América latina el 48 hs Open House Buenos Aires, una experiencia nacida en Londres que se expandió a una veintena de ciudades en el mundo. La propuesta invitó a conocer algunos edificios y casas emblemáticas de la ciudad desde adentro. Y entre las paradas más concurridas por la gente apareció precisamente este barrio casi secreto.
«Nosotros nos autoadministramos. Yo soy parte de la comisión de filmaciones, desde donde mediamos con las productoras que nos llaman para filmar en el barrio. Lo de Open House estuvo buenísimo, vinieron 800 personas y conocieron casas originales y recicladas -detalla Gustavo-. Muchos de los que vienen a Chacarita lo hacen por la situación geográfica del barrio, por estar donde estamos, una zona de la ciudad de fácil acceso, de muchos medios de transporte, cerca de otros barrios que hoy están saturados».
UNA NUEVA CHACARITA
A nivel propiedades, los especialistas dicen que el barrio cuenta con tres grandes ventajas. «Por un lado, tiene muy buena conectividad con las zonas más activas de la ciudad. También es vecina de algunos polos que han crecido mucho en los últimos años, como Palermo o Colegiales, y a diferencia de éstos, tiene una alta presencia de terrenos con potencial constructivo. Por la zona hay galpones, talleres y similares que antes eran un desincentivo para que el barrio creciese, pero que hoy, con los valores del suelo, son buenas oportunidades para los desarrollistas», opina José Rozados, Director de Reporte Inmobiliario, el portal especializado en información del mercado inmobiliario y de la construcción.
Una imagen elocuente fue la del viernes último, cuando pese al calor, cientos de jóvenes se acercaban a una calle barrial para presenciar el estreno de Mash Up, un happening tecnomusical dirigido por Leo Kreimer. Esta obra (en cartel los jueves y viernes) marcó el estreno oficial como sala de El Galpón de Guevara, un espacio cultural de 1300 m2 concebido para el teatro y la danza aéreos. Y este galpón es, también, uno de los últimos hitos que definen el pulso de una nueva Chacarita, protagonista no sólo de un pequeño boom inmobiliario, sino de nuevos restaurantes, casas de diseño, productoras, bares y espacios culturales. ¿Palermización incipiente? «No sé si es tan así. Yo vivo acá desde hace veinte años y tengo también aquí mi taller. En este tiempo se percibe claramente la evolución del barrio. Pero a su vez se trata de un cambio lento, gradual, en una buena escala. No es el boom que vivió Palermo, ni el de la calle Aguirre y los outlets. Acá es más cuidado, se mantiene el espíritu barrial. El que viene a Chacarita busca una identidad», dice Eugenia Katz, fundadora de las Katz, un taller y local de bijouterie que retoma procesos artesanales, con recuperación de piezas antiguas, tejidos, crochet, botonería y reciclaje. Una fórmula muy premiada que llevó a que sus piezas sean hoy vendidas en Tokio y Buenos Aires.
EN EL MAPA CULINARIO
A mediados de la década pasada, además, Chacarita tomó posición en el mapa culinario porteño, con una avanzada de lugares dedicados a la cocina natural y ecológica. A fines de 2005 abrió El Galpón, un Centro Comunal de Abastecimiento especializado en productos sin agrotóxicos. Sobre Federico Lacroze, al fondo de un empedrado que linda con el ferrocarril, este galpón no sólo sigue existiendo, sino que su fama e influencias traspasaron las fronteras del barrio. Los miércoles y sábados, miles de personas se acercan con sus bolsas ecológicas y changuitos de diseño para llevar verduras, quesos, aceites, fiambres, pollos ecológicos, mieles y comidas, en una postal que une modernidad con tradición y conciencia social. ¿El dato? Una sucursal más pequeña y con el mismo espíritu puede encontrarse en Punto Verde, los viernes y sábados, en Dorrego al 1400.
También en ese año se mudó a la calle Olleros Masamadre es con M, local que estuvo entre los primeros en elaborar panes a base de una masamadre. En 2007, Verdellama revolucionó la escena como primer lugar dedicado al raw food de la mano de Diego Castro. Y en 2008 inauguraba Casa Félix, que abre de jueves a sábado y ofrece una cocina pescateriana (vegetariana con inclusión de pescados) para apenas 15 personas.
OTRAS APUESTAS
Pero Chacarita es muchísimo más que este costado green. A sus restaurantes históricos (el bodegón Albamonte, la pizzería Imperio) se le sumó en los últimos tiempos una nueva camada de pequeños lugares que comparten códigos comunes. «Chacarita tiene algo de relajado, y eso se expresa en U Comodo Vostro, Don Charlone, Las Damas o La Siesta. Todos te invitan a entrar, no marcan distancia, no son pretenciosos», señala Marcelo Bandini, dueño de U Comodo Vostro, restaurante italiano abierto en 2011 en Av. Jorge Newbery 3540.
Aquí, los manteles y las servilletas son de papel, pero los platos se elaboran con la mejor pasta seca italiana. «Mi salsa favorita es el ragù alla bolognese, de una receta que era de mi mamá. Acá la uso para varias pastas, incluso como relleno de uno de nuestros ravioles», continúa. La pasión de Marcelo por el barrio excede la idea de negocio: «La verdad es que no soportábamos más el tránsito, los edificios de Belgrano, esa cosa enajenada. De a poco fui trayendo mi vida para este lado, mis hijas van a la escuela por acá y el mes que viene nos mudamos a una casa de la zona».
El crecimiento de Chacarita es tan intenso como variado y no admite preconceptos ni direcciones únicas. Las propuestas crecen abarcando diversas tribus y culturas. Sobre Av. Álvarez Thomas, Mamita Bar heredó del famoso Rodney su glam trash rockero y de noche recibe al jet set de todas las productoras más cercanas, de Polka a Ideas del Sur pasando por Landia. La flamante sucursal de Tienda de Café, sobre Av. Federico Lacroze, reúne a hipsters de pantalones chupines con sus ultrabooks a cuestas. Le Ble sigue vigente ofreciendo sus tazones de café y croissants sobre la Av. Dorrego, y en la Av. Jorge Newbery la biblioteca y centro cultural infantil La Nube exhibe con orgullo el colorido mural, ya un ícono del barrio, donado por la famosa diseñadora española Ágatha Ruiz de la Prada en 2009. Mientras que, en el límite con Colegiales, Vorterix es sede de los grandes recitales mainstream, el flamante centro cultural La Playita (una puerta sobre la calle Roseti) se erige como representante de la escena musical independiente. El costado vintage está representado por Bicicletas Antiguas Restauradas, taller donde arreglan y venden bicicletas clásicas puestas a nuevo, y también está la entrañable heladería Scannapieco, que reabrió.
Y sigue la lista: la chocolatería artesanal Carmesí, la cafetería hippie chic Pau Pei, el Bar Guevar, el almacén de comidas Sentio, la inminente apertura de Vollt, una tienda de muebles y objetos de diseño… Todo eso que atrae a los nuevos vecinos y visitantes que se acercan a Chacarita, un barrio que está creciendo. Sin prisa. Pero sin pausa.